21 enero 2006

El encuentro (crossover con Historia de K)

Como siempre, K llegaba tarde. "Gracias a diossiexistiera", pensé. Si hubiera llegado a la hora me hubiera preocupado por él. Francamente. Es necesario un cataclismo a nivel mundial (o una lobotomía) para conseguir que K sea puntual, y dado que el mundo seguía en su sitio, fue todo un alivio saber que todavía conservaba las partes de su cerebro no devoradas por el alcohol.

Por fin estábamos todos, tanto tiempo después. Una cena, una fiesta. A mi me gustaban los botellones, y me siguen gustando. Se cena en casa y te tajas en la calle. Pero mis amigos se han debido de volver más tradicionales. A lo que me descuide, se casan de blanco y por la iglesia. Qué suerte que lo de la virginidad (o la no virginidad, mejor dicho) ya no tiene arreglo.

Tras la cena, los mismos bares que hace tanto tiempo. Hay cosas que no cambian. La leche puta, si hasta servían las tarjetas del Gris que llevaba años guardando!!!! La tournée por bares me reveló que, si bien en los viejos tiempos yo solía despotricar contra OT y el reaggeton porque "después de 1995 no se ha hecho nada bueno", ahora me gusta Chenoa. Claro, como ya es vieja, entonces es buena.

Mientras volvía a casa con todo el cocido en el búho (no es que no tenga coche ni pueda pagar un taxi. Los gays siempre podemos hacer esas cosas, naturalmente, pero ya que revivía tiempos pasados pues decidí llevar la decisión hasta sus últimas consecuencias. Aunque me salté el paseo por el cruising. Uno ya no está para tantos trotes) decidí que estaría genial volver a vernos todos tan a menudo como antes. Cuando uno está con el cebulón siempre se pone más sentimental, y yo soy de lágrima fácil. Antes de que me venciera la desidia (y la borrachera), decidí intentar volver a reunirlos a todos el finde siguiente. Estas cosas nunca funcionan, pero por intentar, que no quede.

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